Tras un prolongado aullido que anegó
todo el campo desde los altavoces de la torre central, la voz de un guardia
sono atronadora: "Todos los elementos del campo deben recluirse en sus correspondientes
naves, excepto los naturales de módulo dos, que permanecerán en el patio
central formados".
Después de cosa de tres horas
bajo un sol plomizo implacable, apareció la Comandante secundada por el intérprete del centro. Habría
unos trescientos números. Un dos de las primeras filas empezó lo que pareció
una airada protesta hacia el trato que se les estaba dando. Ocho segundos después
del inicio del discurso, cayó desplomado por el certero disparo de un guardia
de la torre. Era terriblemente satisfactorio que las órdenes se observaran con
tal pulcritud, si bien en aquella ocasión fue inevitable cierta desazón: el desgraciado abatido, que ahora parecía, por la
angulación de sus curvas debido al incipiente rigor cadavérico, más bien una
zeta mayúscula mal orientada, o una ene, podría ser por infortunios del azar
la base que andaba buscando. No daba igual, pero el fin justifica los medios. Y estos
eran sus medios.
En un tono casi de susurro
durante unos minutos se dirigió a Sifrr de soslayo con el gesto marcial hacia
el frente, de espaldas al sol. Al cabo de los mismos, el traductor con voz
firme bramó: "No debeis intranquilizaros! Somos una Gran Familia! Y en las
familias unos se necesitan de los otros. Todos los naturales de módulo 2 quedaréis
desde hoy y hasta nueva orden recluidos en
el viejo barracón abandonado de las funciones reales, y permaneceréis allí
separados de toda actividad".
Silencio. Mientras la Comandante
abandonaba el patio, una segunda inundación sónica desde la torre, hizo
dispersarse a la multitud hacia el lugar indicado. Solo quedó la ene inerte.
El mensaje era absurdamente
claro, y por la parquedad de las explicaciones, innecesaria la puesta en
escena. Pero consiguió su objetivo: los doses empezaban a preguntarse desde la
percepción de la precariedad de la vida, con recelo y miedo, ¿por qué? ¿para qué?
¿hasta cuándo? Capítulo tercero del manual básico del oficial para el control
de masas.
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