domingo, 19 de abril de 2015

Menos ocho medios: DÍA DE VERANO




Más de un mes recluido, sin luz, aislado de cualquier operación. Iznani había quedado sumido en una nebulosa que parecía eterna, como si la resaca de su último exceso no tuviera fin. Sin explicación alguna, un cuaternión menudo, insólitamente pequeño para su multidimensionalidad, pero al menos tres veces mayor que él, le sacó de aquél agujero infecto, en los sótanos de una antigua Dirección General de Ecuaciones Homogéneas. De una patada fue propulsado al pasillo exterior, gobernado por una escasa luz amarillenta, que en ocasiones parpadeaba. No fue suficiente para acostumbrarse, y cuando lo sacaron del edificio, la luz del verano agonizante fue como un dolor sobreagudo en la antesala de su cerebro. Tras el sufrimiento inicial, una luz nueva, inédita, inundaba un paisaje devastado. Y empezó a experimentar una profunda calma, apenas interrumpida por el lagrimeo constante, mientra un transporte militar le llevaba al magnífico campo que se había levantado allí donde antaño hubo una centenaria corte real. Al principio pensó que le habían llevado a uno de aquellos frenéticos centros de cálculo operativo y desarrollos aproximados, tal era la concentración numérica en aquel amplio espacio. Sin embargo una formidable torre central atiborrada de vigilantes guardias armados denunciaba la naturaleza del lugar. Un cartel escrito a  mano en un cartón clavado sobre una estaca hacía las veces de comité de recepción. BIENVENIDOS A DEDEKIND rezaba con gruesos trazos rojos irregulares y temblorosos. A unos cientos de metros el acceso prncipal, rotulado en lo alto por un texto similar.

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